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En la última década y, como consecuencia, del desarrollo de las redes sociales ha surgido un nuevo fenómeno digital: las influencers, un término que a menudo se utiliza para denominar a mujeres anónimas que hacen propuestas estilísticas en internet, a través de perfiles en redes sociales, y que han logrado tener una especial relevancia en el ámbito de la moda. Su público es, principalmente, femenino. Las primeras en coronarse como tal fueron las blogueras de moda, pero en la actualidad este movimiento, sobre todo, se ha trasladado a Instagram, en donde estas chicas son conocidas como instagramers. El surgimiento de este fenómeno fue visto como una oportunidad esperanzadora de que surgieran nuevos modelos femeninos en el mundo de la moda, alejado de los cánones sexistas establecidos hasta el momento (mujer delgada, blanca y eternamente joven) que durante décadas han persistido en los medios de comunicación. Finalmente, el mundo de las influencers digitales ha terminado por seguir los mismos patrones estereotípicos femeninos que ya existían, promoviendo el mismo tipo de contenido (moda y belleza…). Sin embargo, últimamente ha ido cobrando fuerza una corriente feminista, encabezada por mujeres millennials (en muchos casos artistas o ilustradoras) que quieren visibilizar a las mujeres reales, haciendo cosas cotidianas y que aprovechan su influencia en Instagram para reivindicar la igualdad real entre hombres y mujeres e, incluso, los comportamientos sexistas en el mundo de las influencers digitales. En este trabajo se analiza el trabajo de las instagramers feministas con más seguidoras, comparando su aportación con el papel de las bloggers e instagramers de moda más influyentes entre la audiencia femenina. El objetivo es resaltar la importancia de la labor de estas jóvenes influencers, como un nuevo modelo femenino alejado de la cosificación del cuerpo de la mujer al servicio del consumo.